HUMANIDAD



¿Qué es el ser humano? Cuántas veces nos preguntamos qué definición sustrae la palabra “persona” o “ser humano”. Tanto la ciencia como las religiones; filosofías como trascendencias metafísicas, o, incluso, la Tradición de los Tiempos, siempre se han preguntado por el significado real de la Vida y la del Ser Humano.

La Humanidad está compuesta por muchas culturas, razas e idiomas, con una particular interpretación de la vida en cada una de ellas; un distinto color de piel y un lenguaje diferente, con muchas variantes que representan la vida del ser humano en el mundo.

Esa es su autenticidad más accesible y fiable, pero creo que hay algo más profundo que trasciende a su vida cotidiana, sin entrar en sus miserias, ambiciones, penurias, regulaciones diarias, indudables características de vida, propio de las comodidades e incomodidades de su cotidianidad.

Ya de por sí es importante saber qué vida llevamos cada instante, cada día normal de nuestra existencia, porque esa es nuestra realidad; pero considero mucho más interesante investigar qué le produce satisfacción y plenitud al ser humano.

Aunque existan las diferentes razas, culturas y lenguas, porque así se ha desarrollado la humanidad, es preciso clarificar quiénes somos, de dónde venimos y qué hacemos en ésta, nuestra amada Tierra.

Somos seres terrenales, pero conducidos por nuestro Ser Espiritual, el ser que llevamos dentro y que muchas veces no tenemos intención de conocer ni de comunicarnos con él.

Al margen de la realidad que se vive en este planeta, con nuestros argumentos y reglas terrenales, tenemos que comprender que somos seres universales y deberíamos seguir nuestras huellas ancestrales. ¿Qué representatividad tiene el Hombre Universal? ¿Y qué significado contemplan esos Códigos?

Ante la primera pregunta, supondríamos que es “quien se conduce con la Reglas y Códigos Espirituales del Universo”. Y en la segunda, interpretaríamos que “El Código Universal refleja el simbolismo del Amor, de la Justicia y de la Libertad”. Trasladado aquí, a esta Tierra de todos, determina las pautas de la convivencia humana. No se cuestiona las vivencias de cada ser humano, pero sí su propia composición, lo que es.

Los seres humanos estamos creados con la misma esencia, sea cual sea su rincón de nacimiento, por la propia Constitución de la Creación Humana.

Las cualidades son las mismas, así como el origen espiritual y el universalismo que habita en su ser. Entonces, ¿qué diferencia a los seres humanos? ¿Qué supone el color, el lenguaje, la cultura y la raza que le personifica? Mucho y nada. Mucho, por el orgullo de raza, por su linaje; y nada, porque en muchas ocasiones discrimina a personas por su abolengo.

¿Cuál es su valoración más sublime? La valoración del Amor. El Amor es el umbral de lo desconocido a lo conocido. Es la interpretación de nuestra existencia en el simbolismo Celestial. Cada persona lo puede interpretar de forma diferente: afecto, cariño, entrega, disposición generosidad, bondad, respeto, amistad, energía, ….. pero lo importante es abrazar con palabras, mirar con el color del alma, besar con la luz universal. Parecen palabras poéticas y filosóficas, pero si penetramos en ellas participamos de la belleza en los lazos humanos, en su elaboración más hermosa.

LA FÓRMULA DEL AMOR CONTAGIA LOS SENTIDOS HUMANOS

El Amor es, ante todo, comprensión: la estabilidad y confianza en la convivencia entre los seres humanos. Ahí no hay diferencias de razas o colores, sino de entendimiento y sentimiento: todos somos iguales. La cualidad sublime en la disposición a convivir honestamente con los demás.

¿Nos podemos imaginar, sin llegar a utopías ni fantasías espirituales, lo que representaría un talante y un comportamiento sencillo y sincero con el resto de seres humanos? Simplemente escuchar, mirar con cariño, dialogar con respeto, esas pequeñas cosas de la vida que marcan el cauce del entendimiento entre todos.

No es preciso ser religioso o espiritual, lo imprescindible es la actitud benévola en una conducta delicada hacia otras personas. Nuestras aptitudes y talentos los tenemos que desarrollar a favor de la Humanidad, al margen de nuestro propio desarrollo personal y familiar.

Nuestro orden interno nos permite, aún mejor, la conquista del amor hacia la sociedad. En su actitud está el éxito de las personas. Nuestras habilidades deben anteponerse a nuestro egoísmo y crecer con la riqueza de aquellos que evolucionan con sabiduría y con sus niveles intelectuales a favor de la comunidad. Nuestras normas son decretos ya constituidos en nuestra base espiritual, las que debemos descubrir para ser legítimos defensores del Amor.

EL AMOR ES LA SIMIENTE DEL UNIVERSO

Los residentes de este país estamos obligados a abrir los brazos a aquellos que han venido a participar de nuestras vivencias, a compartir nuestra experiencias, a equilibrar su vida familiar y a evolucionar permanentemente con nosotros; mientras vosotros, personas que acudís de tierras lejanas, con necesidades vitales y estímulos de prosperidad, de sueños inalcanzables en vuestra nación, debéis aceptar e integraros en nuestras costumbres, en nuestras tradiciones, porque, en definitiva, es cuestión de respeto y recíproca tolerancia.

¡Qué dimensión abarca la integración personal! ¡Qué relevancia los derechos humanos! ¡Qué prestigio la dignidad humana! No hacen falta educadores, ni intermediarios, sino el mutuo compromiso en una respetuosa convivencia. El ser humano es único y única debe ser su consagración. No hay que estar coaccionados por los fantasmas mentales acaudillados por las diferentes culturas ni por los testamentos ideológicos, religiosos o intelectuales. Lo preciso es la unión de los seres humanos, el enfoque de los verdaderos lazos humanos y espirituales, y tener la mente y el corazón abiertos a considerar a las personas por lo que son y no por lo que representa su diferencia social.

Hay que reconocer y conocer a la persona que tenemos delante, valorarla por lo que es, por su corazón, por su mente, por su conocimiento, por su cultura, por su inteligencia como por su generosidad, bondad, complacencia, delicadeza…….

LAS RAZAS DEBEN SER CULTURA Y NO DISTANCIA CULTURAL HUMANA

La igualdad, palabra tan representativa políticamente, no está legitimada con su valor verdadero. La igualdad no existe, pero sí la comprensión que, junto a la generosidad y bondad humanas, refuerzan la grandeza de los vínculos personales. Así como la sabiduría, el conocimiento y el amor son los baluartes de la Raza Humana en su constante evolución, la lealtad con el amor lidera cualquier posición antagónica.

Aquellas personas de índole cruel o déspota, que, además, no respetan la comunión de razas y culturas, son contrarios a su unión, escrupulosos por sus propias miserias y anteponiéndose exclusivamente por conceptos o prototipos estructurales, hay que ser firme ante ellas, porque, aunque exista el perdón, la educación y el respeto, no se les debe permitir ni insultos verbales ni groseros ademanes de desprecio. Sí, por el contrario, inclinarles a que asimilen lo que representa una ordenada convivencia y a que se instruyan en el comportamiento humano.

Los mismo que los destructores de las interrelaciones humanas o devastadores de las integraciones interculturales no deben jamás interrumpir en nuestros corazones la fe y la esperanza en generar día a día un mundo mejor -sin desatar desazones, iras, ansiedades, angustias o cualquier alteración que altere nuestro desarrollo personal, familiar y social-, así nuestra labor diaria sería enviarles mensajes clarividentes, sin temor ni miedo, sobre su negativa conducta y sobre lo maravilloso que son unas relaciones entrañables y educadas.

El ser humano tiene que ejercer sus derechos a vivir y residir con honestidad en cualquier parte del mundo, siempre y cuando su distinción personal sea consecuente con la sociedad. Ese es el regalo divino de nuestro nacimiento: la libertad.

No hay que tener inseguridad ante estas circunstancias, porque todos, todos los seres humanos somos ignorantes, y siempre hay algún mentor que nos ilustra y cultiva en las relaciones humanas.

AQUEL QUE NO AMA ES EXCLAVO DE SÍ MISMO

Por las leyes naturales humanas, bien jurídicas como políticas, existen argumentos que se ajustan a conceptos en los seres humanos, pero están muy lejos de las verdaderas claves de la Ley Natural de la Vida, la Ley que nos enseña que todos somos iguales, así como cada uno con su inteligencia, cultura y educación está implicado en desarrollarlo en la sociedad que viva.

Nunca se sabe dónde hay un oído que escucha; unos ojos que miran; una mente que reflexiona; un corazón que siente y una conciencia que investiga.

Y siempre hay quien necesita escuchar, ver, sentir, conocer y valorar planteamientos de la vida.


Ángel Sanz Goena
www.colordelalma.com
http://www.youtube.com/colordelalma
http://angelsanzgoena.blogspot.com

0 Responses so far.

Publicar un comentario