EDUCACION – CULTURA



Antes por los propios prejuicios de las personas había menos grosería y más educación en la convivencia con los demás. Ahora, cuando todo es válido, se ha perdido esa compostura y no hay ningún tabú en ser mal educado, porque no lo exige el guión de las nuevas conductas de la sociedad.

Considero que ni lo uno ni lo otro son las posiciones más correctas en la convivencia y educación de las personas.

La educación es una forma de vivir, de ser. La educación es cultura, es un método para la formación del ser humano, al margen de la exquisitez o buena convivencia con el resto de la sociedad.

La educación es un ritual en la conducta humana. Unas claves de comportamiento y de disciplina para aprender y desarrollarse como ser humano.

La educación viene de educar, y educar es enseñar a las personas en una evolución personal, bien sea en los actos de la convivencia diaria como en la preparación pedagógica e intelectual.

La educación es una metamorfosis personal constante, pero no en lo que se entiende superficialmente con esa palabra, sino que va mucho más allá: es la síntesis de la dignidad del hombre en su constante preparación personal y espiritual.

Siempre se entiende por educación como una acto de comportamiento y de expresión correcta hacia otras personas, es decir, persona de linaje en la convivencia, de exquisitez en el trato; pero esa es la parte mas diminuta en lo que representa tan distinción.

La educación es una manera de elevar la cultura intelectual como espiritual del ser humano. No resta a que personas intelectualmente cultas sean mal educadas, zafios y vulgares, incluso podrían llegar a ser déspotas y crueles, representando externamente una lograda educación.

Educar es transmitir unas reglas y unos procedimientos como base en la maduración y crecimiento de los seres humanos. Hay que darle una valoración muy elevada y precisa ante ese tipo de progreso.

Educar es instruir, aleccionar, ilustrar, habilitar, civilizar, sinónimos de lo que representa el simbolismo de esa palabra.

La educación acompaña a la cultura, a la expresión respetuosa, a la comprensión, es decir, a una actitud elevada en la configuración interna del ser humano.

No quede la educación en contestar a un saludo; en ceder la silla a una persona de edad; en abrir la puerta a una señora y permitirle el paso; en estar en la mesa mientras el resto de comensales no se levantan; y así un sinfín de gestos externos en pro de una sutil convivencia. Es mucho más. Precisamente la educación es la eficacia en el ser humano.

Aquel que ha encontrado la fórmula de la educación, no es simplemente un caballero en la sociedad, es un rey en el reino de su universo interior.



Ángel Sanz Goena
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