MISIVA DE UN PADRE A SU HIJO



Buenos días, hijo mío. Deseo transmitirte en el amanecer de este hermoso día otoñal, lo que representa el amor de una madre a un hijo.

¿Sabes que cuando una madre no accede a la iniciativa de un hijo en su necesidad de independencia, en momentos lúdicos con horas intempestivas, o por algún otro motivo con cierto riesgo, es por prudencia y miedo a que se tenga algún percance?

¿Sabes, en realidad, hijo mío, lo que representa el amor de una madre hacia su hijo? No. No lo sabes, ni tampoco sería normal que así fuera a tus 16 años de edad. Pero sepas, al menos, lo que un padre precisa esclarecerte, para que intentes comprender qué es una madre.

¿Sabes quién soporta tus chantajes para conseguir alguna ventaja; quién tolera la esclavitud de tus deseos: quién cede ante tus presiones y egoísmos; quién aplaude cualquier triunfo mínimo que obtengas: quién te anima a ser un ser humano competente y digno en la vida; quién se esfuerza en que tu ropa esté ordenada mientras tú la desordenas? TU MADRE

No le hagas sufrir, hijo mío, ni la menosprecies, porque no se merece esa conducta. No le evites nunca, porque ella siempre está dispuesta a ti. No denotes indiferencia, porque lastimas su alma. No hagas que sus lágrimas sean constantes cascadas sobre sus mejillas, porque capte lejanía en su amado hijo.

¿Sabes, hijo mío, quién te alimentó en su cuerpo para que ahora vivas en este mundo? TU MADRE ¿Sabes que su sangre invadió tu cuerpo para que una célula se convirtiera en un ser humano? ¿Sabes lo que lloró de emoción cuando te sentía dentro de sí misma? ¿Sabes, hijo mío, que su espíritu protegió el tuyo con amor, desinterés, aun con las propias perturbaciones de tu constante metamorfosis? ¿Y te imaginas la expresión de su cara, cuando tras un sufrimiento físico por tu nacimiento, te vio tras nueve meses de percibirte y sentirte ya como hijo?

Nunca podrás imaginarlo, porque hay que vivirlo y sentirlo, y los hombres nunca llegaremos a contemplar el nacimiento de un ser desde nuestro cuerpo. Es la Ley Natural de la Vida. Por ello, aunque no lo sientas, intenta acercarte a qué sensación pudo tener tu madre al verte, qué pasó por su corazón y qué sintió su alma

No sentencies el amor de una madre. Ten en cuenta que te lo dice un padre que también ha sido hijo y muchas veces se equivocó con la suya. Ahora le entristece saber y sentir, con la fuerza de un espíritu libre, lo que representa una madre para una familia. Pero es importante que sepas ya, que tu ser libre se regocijará más con el amor que explayes a tu madre.

Sé que por tu edad es muy difícil que sientas la valoración del sentimiento de tu padre, pero, por favor, intenta extraer de esta confesión una mínima comprensión de lo que es “TU MADRE”, lo que “ELLA REPRESENTA” en tu vida.

Ámala, apórtale el cariño que se merece. Discute con ella, pero nunca perdiendo el respeto a quien te dio lo que eres: una célula universal convertida en persona. Admírala, como mujer y como madre, y agasájala porque así valorarás aún más el valor de la madre en tu esposa.

Reflexiona sobre el mérito de una madre en apostar siempre por su hijo, en este caso por ti, por tu permanente evolución personal y por tu desarrollo en las buenas costumbres. Hijo mío, una madre es la exigencia hecha amor; es la madurez convertida en tu pesadilla; son los miedos trasladados a tu bienestar y seguridad.

Ella eres tú, porque daría su vida por ti. Más vale que tropieces muchas veces, que aprendas lo que es la vida, que vivas experiencias inalcanzables para que madure tu pensamiento, incluso que abandones tu hogar a edad temprana; pero nunca provoques enfrentamientos, incertidumbres y malestares a tu madre. Ella es tu guía, tu luz y tu sendero.

Aunque sea un comentario inoportuno, en éste, tu bello despertar, es el llanto del corazón de tu padre hacia el amor de tu madre. Que la tristeza que vive mi corazón en este momento sea una constante alegría en tu convivencia con ella. Ámala, hijo mío, por favor. Siente la grandeza de su amor y no tengas nunca que arrepentirte de algo que no hiciste hacia el ser más iluminado de esta Tierra.

Que mis lágrimas sean el emisario sabio de las reglas de amor hacia una madre. Mi corazón desprende culpa, alegría, agradecimiento, serenidad y mucho amor a quien le dio la vida a tu padre, a tu yaya que no llegaste a conocer, pero que es ese gran ser que te protege ahora desde el cielo, así como la madre de tu madre.

Sé que es muy difícil para ti llegar a comprender lo que te comento, pero provoca en un pequeño rincón de tu corazón una actitud de amar a tu madre con todas tus fuerzas, como tú sepas, sin agobios ni esfuerzos relevantes, simplemente razonando sus comentarios, sintiendo sus emociones y valorando su nivel de conciencia y de espiritualidad.

Abrázame, hijo mío, y siente lo que te he manifestado. Prefiero que te enfrentes a mí siempre, que interrumpas mis criterios, que no valores la disciplina y orden que te enseño para tu futuro, que reniegues de mí por mi mal carácter a veces, que rechaces mi sistema de educación, pero nunca dejes de amar y respetar a tu madre.

Abrázame, hijo mío, y llora también conmigo, porque son llantos de amor que emanan desde el puro manantial del alma. Sé lo mejor en la vida; camina por donde comprendas es tu sendero; sigue los pasos en la senda trazada por tu corazón, mente y conciencia; sé libre para poder evidenciar la ignorancia al discernimiento; y sé honesto y digno contigo mismo y con los demás, porque, al margen de lo que tú eres, hay un mundo inhóspito terrenal al que tú perteneces, y donde debes evolucionar con él.

Piensa siempre que, por mucho que creas y sientas que has amado y protegido a tu madre, nunca, nunca habrás llegado ni a los más remotos destellos de amor de los que ella ha desprendido de su corazón al tuyo.

Y por último, piensa, también, que tu padre, en un nivel de amor diferente a tu madre, siempre será la referencia de tus raíces, de tus vestigios ancestrales, tanto universales como humanos, y compartirá, asimismo, todas las vicisitudes de tu vida.

Ambos son la referencia de tu destino. Confía en ellos, porque por lo único que luchan es por tu incesante evolución cultural, intelectual, espiritual y humana.




ÁNGEL SANZ GOENA
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2 Responses so far.

  1. Qué tarde nos damos cuenta de los desvelos de nuestros padres... y qué lástima, así sea... Felicitaciones amigo, por este hermoso blog, donde se respira la frescura de tu alma...

  2. Me has sacado las lágrimas Angel con tan emotiva misiva. Lástima que nuestros niños no sean capaces de valorar en su justa medida que todo lo que por ello hacemos es sólo con el propósito de evitarles sinsabores y de fortalecerlos en virtudes y valores que luego serán su estandarte ante las vicisitudes que la vida nos trae. Lamentablemente, como dicen vulgarmente, nadie aprende en cabeza ajena, y mas de una vez tienen que tropezar para levantar el pie un poco más alto. Nuestro deber como padres es no desistir, mas sí insistir en proporcionaarles una rica formación tanto en lo cultural e intelectual, como en lo espiritual y humano. Enseñarles a ser personas es más difícil de lo que parece. Pero sé que los frutos se recogen al final. No te sientas tristes, es sólo una etapa. Yo también tengo una niña de 17 años y hay momentos duros, pero debemos seguir cumpliendo nuestra misión hasta el último suspiro de nuestra alma.
    Te dejo mi abrazo y admiración siempre.

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