SINDICATOS MAYORITARIOS



Hasta la fecha siempre había creído que los sindicatos eran organizaciones idealistas y realistas que mantenían el equilibrio entre los empresarios y los trabajadores.

Desde su constitución, hace ya unos cuántos años, ha habido una constante y permanente transformación y evolución en la sociedad, lo que considero no ha ocurrido en las citadas organizaciones.

Los Sindicatos están para mediar, equilibrar y gestionar las mejores condiciones empresariales y sociales, dando un enfoque y fundamento sobrio hacia lo que simboliza su constitución: “La defensa de los trabajadores”.

Pero creo que esos cimientos han cambiado ligeramente, y el soporte y apoyo hacia la clase trabajadora, que tanto les gusta pronunciar, se ha desviado estratégicamente hacia su bienestar. Creo que han generado una Casta Sindical desarrollada en paralelo a la Casta Política, es decir, a tener más poder, más libertad sindical, una economía más fortalecida, repercutiendo en el servicio fiel al emblema de su creación. ¿Dónde está su austeridad, lo que les daba señal de lucha, de esfuerzo, de intromisión liberadora?

Los Sindicatos no están para gobernar, ni interpretar las Leyes a su antojo, ni para estar al lado del Poder Político, ni mucho menos. Los Sindicatos están para plantear la máxima justicia en el plano laboral, luchar por los trabajadores, sin entorpecer la evolución empresarial.

Actualmente hay muchas personas que han elegido el plano sindical para tener una profesión y un sueldo vitalicio, olvidándose de su verdadero cometido, así como los jerarcas sindicales han acometido una función de poder, introduciéndose donde no les corresponde y olvidándose de su verdadera misión.

Los secretarios generales están para dar ejemplo de eficacia e integridad humana. Plantear, en sus propios sindicatos, las normas más eficientes y dignas hacia una respetable convivencia, dando ejemplo con su propio trabajo bien razonado y con un inteligente y respetable cometido sindical, no intentando ser los jerarcas todopoderosos de un país arrasado por una economía frágil y cinco millones de parados.

Es muy triste que actualmente, cuando existe ese exacerbado paro, porque incluso aquellos que están en cursos de formación también lo están, los sindicalistas estén más pendientes de sus propios estímulos que de la lamentable problemática del país. Porque hasta cuando promueven huelgas llevan una doble intención, y la principal no es precisamente apelar al buen juicio del gobierno sino hacer una pantomima hacia la sociedad, representando una tragicomedia barata con actores mediocres.

¿Saben realmente lo que supone llevar estratagemas político sindical en vez de salvaguardar la estabilidad en el trabajo? Si tuvieran que estar pidiendo limosna o ir a refugios a comer, me imagino que no pensarían de la misma manera.

A mí me gustaría saber qué pensamientos tienen la mayoría de los parados viviendo situaciones precarias; realidades graves y penosas; pasando hambre sus familias, con emociones alteradas: angustias, desazones, ansiedades…. mientras comprueban que lo único que pretenden un grado de sindicalistas es vivir bien y dirigir sus críticas siempre a los mismos: a la oposición y a los empresarios. ¿Es que se han quedado, como he dicho antes, a principios de siglo XX?

Cuando hay crisis económicas tan hondas como la que sostiene este país, es de suponer que ha venido derivada de la política económica de un gobierno y no de los empresarios ni de los grupos de la oposición, ya que los que toman las decisiones importantes y planifican la política económica, precisamente es el gobierno de la nación.

Cuando se justifican los planteamientos de un gobierno, en particular de izquierdas, apoyándolo hasta en la destrucción de una nación, están seleccionando su cercanía con el poder, el que ellos quieren como propio. ¡Grave error! Ya que el buen hacer de los sindicatos cae en un deshonor, en la codicia personal, en la ambición sindical y personal, y rasga el pilar de su origen.

Es fácil comprender lo que representan los sindicatos, y más aún por las manifestaciones de las que ellos se han enorgullecido siempre, como fin más trascendental. Entonces, ¿qué hacen en estos momentos de la historia de España? ¿A qué juegan con la sociedad y, sobre todo, con los cinco millones de parados?

El sindicalismo es el valor de la regulación; de la interpretación justa; de la dignidad e integridad, tanto personal como colectiva; de una posición intermediaria, válida y ecuánime, del mundo empresarial y social.

Su sendero debe ser recto, imparcial y objetivo, para determinar con neutralidad las circunstancias o convenios en las son partícipes. Legitimados jurídicamente para cualquier negociación, bajo una conducta cabal y proporcionada, su gestión debe ser precisa, adecuada y razonable, donde haya siempre vencedores por ambas partes, sin que sean insuficientes las medidas ni escasas sus cosechas.

En estos momentos, o hacen oídos sordos o verdaderamente no se enteran, pero la mayor parte de la sociedad considera impresentables a todos aquellos que miran por sí mismos y olvidan a los perjudicados de esta crisis tan caótica y angustiosa.

Por la propia inercia de la sociedad, de los planteamientos políticos, de los medios de información y de la propia contaminación social, deben creer que la sociedad no se entera de lo que ocurre, del verdadero trasfondo político social, menospreciando la honorabilidad e inteligencia de muchos ciudadanos, conduciendo sus planteamientos bajo sus pretensiones de conciencia.

Las opiniones que hay actualmente por la calle son, por desgracia, muy negativas para ellos, excesivamente negativas; y más, para los liberados, a quienes se les interpreta como a unos “verdaderos jetas”.

¿Dónde ha quedado la realidad sindical? ¿Dónde están los “Principios” de su trabajo? ¿Dónde ha quedado el idealismo de su cometido? Ni lo saben, ni les preocupa, ni les interesa. Han generado un poder para su propio beneficio. Pues muy mal, es inaceptable que haya muchos liberados sindicales mientras haya muchos trabajadores sin trabajo y pasando hambre. ¡Qué deshonra!

Se han ido alejando del germen de su nacimiento y han ido derivando a un elitismo social. ¡Vaya desastre! ¿Cómo pueden considerarse la referencia del “equilibrio social”, actuando con esa arrogancia? Y promueven huelgas tarde, por compromiso político y desechando el verdadero honor social. Y como muchos dicen con esa expresión tan popular, cuando promueven huelgas desfasadas: ¡”que vayan los liberados”! ¡Vaya farsa!

Siempre hay sindicalistas honestos, trabajadores, bellas personas, pero lo que ahora se ve y se detecta precisamente no es eso, sino todo lo contrario, al menos desde los niveles más elevados. Se ve prepotencia, arrogancia, descalificaciones, superioridad. ¡Qué vergüenza! Aprovecharse de su posición mientras muchas familias, a veces todos de la misma, están sufriendo por la problemática del paro.

Ellos tendrían que estar en esa situación para saber lo que es sufrir; lo que supone no tener que llevarse nada a la boca; lo que antecede a que le desalojen de una vivienda por no poder pagar la hipoteca; lo que supone pedir apoyo a su familia, ya con una pensión, y dejarla desprovista de economía; y tantas situaciones caóticas que ponen en evidencia el caos de un país mientras ellos juegan con palabras, mal usadas y sin saber definirlas, para justificar su sueldo y su posición. ¡Manda huevos!




ÁNGEL SANZ GOENA
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1 Response so far.

  1. ¡Sólo les queda convertirse en sindicatos mafiosos!¿O acaso es lo que pretendían? Pues ahora las cosas han llegado a ser tan graves que tal vez hayan firmado su sentencia de muerte, ellos y ese "socialismo" de escaparate.

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