VIDA EMOCIONAL


¡Qué fuerza tiene el ser humano al vivir sus emociones!


Es maravilloso y necesario comprobar los sentimientos tan extensos que tiene el ser humano para disfrutar de la vida. Un sin fin de oportunidades en sentir emociones, expresiones libres de sentimientos, de sensaciones, que provocan un crecimiento de vida constante.

Ser capaz de demostrar el cariño, la amistad, la admiración hacia alguien, es una expansión de nuestros sentimientos.

Sentir una mirada, abrazar, besar, transmitir el amor terrenal, pasional o, incluso, más espiritual en esos momentos, es un privilegio para aquel que lo cultiva.

Sentir la vida es el don más preciado que hay: gozar con un paseo, observar una flor, trascender a un ocaso estival, vibrar con una aurora, tocar el rocío primaveral mientras la mirada contempla el sol naciente, examinar el vuelo de un ave, aplaudir un acto benévolo, contemplar una noche estrellada, ……. y tantas cosas que mueven las emociones, sucesos diarios que nos inducen a entusiasmarse con la vida. ¿Es eso vivir?

Las emociones están presentes en nuestras constantes experiencias y su juicio más benigno es explayarse con dinamismo y alegría.

En cambio, cuando las emociones se alteran, pierden su nivel de estabilidad, se perturban, su propia inestabilidad alcanza momentos de hostilidad y modifican su grandeza en vivencias catastróficas, agresoras e incómodas que obstaculizan su deleite por la vida.

Así como las sensaciones espirituales nos vinculan a estados más elevados, más trascendentales, donde el sentimiento es más sereno y armonioso, las sensaciones emocionales nos conducen a vibraciones fuertes que cautivan y engendran una excesiva fuerza por vivir.

Explosionando las dos sensaciones juntas, ocasiona que el ser humano se embriague de un amor exuberante.

Es un santuario virgen aquellos que vibran sólo espiritualmente, que únicamente vierten su abundante serenidad en un universo profundo, pero, en cambio, las emociones son, bien desarrolladas, el salvoconducto de la alegría y el motor del ser humano en esta vida.

La fuerza y fortaleza en disfrutar, apreciar y hallarse en la vida es rastrear y explorar las emociones, intensificarlas y potenciarlas, viviendo y desarrollando su sensibilidad, su gran riqueza.

La huella de las emociones queda grabada en el alma, y como cualquier acto de nuestra vida, dan fe de nuestra existencia. De la misma manera que nuestras apetencias y búsquedas por nuestro mundo espiritual nos permiten avanzar en nuestro camino universal.

La razón o símbolo propio humano, evidente en la conducta terrenal, acoplado a las emociones, sentimientos y sensaciones exclusivamente humanas, junto con nuestro universo espiritual, conducen al ser humano por el sendero y la huella de su evolución.

El mayor homenaje que puede hacerse el ser humano es vibrar, infundirse e inculcarse el inigualable ingrediente de su felicidad. El ingenio, nacimiento de su inteligencia; el ímpetu, fusión de sus emociones; y la espiritualidad, colofón de su senda celestial, forman el cuerpo de su naturaleza humana, que trasciende, en gran medida, a su desarrollo físico.

Vivir es participar de esta vida. Sentir es oxigenar las emociones. Y conmoverse, entusiasmarse, es experimentar la existencia.


ÁNGEL SANZ GOENA
www.colordelalma.com




1 Response so far.

  1. En primer lugar comentarte que las ilustraciones que acompañan tus textos son de gran belleza y maestría, imagino que deben pertenecer a la obra pictórica de tu mujer.

    A mí el sufrimiento me ha enseñado que el verdadero milagro es la vida en sí misma y que regocijarnos en cada ahora, incluso en los más mínimo o sencillo, contemplándolo tal como haría un niño, desnudo de juicios y con mirada limpia e inocente, incluyéndolo en nuestra experiencia sin permitir que se nos escape, aceptándolo, resulta la mejor de las bendiciones. El estar alerta, abiertos y experimentar, sentir el momento, sabiendo que es efímero y desprenderse de los apegos pues todo resulta transitorio me supone un poderoso estímulo para vivir y no perderme yo en el momento ni perderme el momento en sí mismo para poder así atestiguarlo de forma consciente y participar en él pero sin tratar de poseerlo, simplemente permitiendo que pase a través de mí y me deje su enseñanza.

    Respirar el aquí y el ahora es nuestro latido y a ese latido cada vez se le añaden un mayor grupo de personas en esa misma sintonía que aunque nos parezca silencioso no por eso es menos poderoso. Sin embargo, esas personas estamos empezando a alzar la voz, dando la mano a quienes quieran formar parte del nuevo proyecto de luz y respetando a los que prefieren permanecer en otra posición pues cada alma es libre de transitar a su ritmo.

    Tus reflexiones, Ángel, me hacen vibrar el alma y me recuerdan que todos nos acabamos encontrando.

Publicar un comentario