¿QUÉ OCURRE CON EL JUEZ GARZÓN?


En la historia de mi vida, bien por las enseñanzas familiares, como por las culturales e intelectuales y propios razonamientos personales, siempre he creído y confiado de que la Justicia es lo más sagrado que hay en la vida, y como no, en su brazo más importante: sus componentes.

Mi respeto a las leyes y a sus componentes, me ha permitido tener plena esperanza en la justicia. Por ello, pienso que su función debe caminar por un sendero discrecional y juicioso. Los jueces suelen ser silenciosos, dignos, discretos, rigurosos, sin tener que demostrar nada a la sociedad, excepto las buenas diligencias y sentencias de su propio trabajo. Considero que la excesiva publicidad de un magistrado no es conveniente ni consecuente ante planteamientos de la sociedad.

Ante la situación que se está viviendo actualmente con el juez Garzón, tengo una cierta preocupación de cómo se están desarrollando los acontecimientos, porque un juez es un instructor de las leyes, un constructor del orden, un sabio ordenado que cumple con la más rigurosa condición de examinante de la justicia, y no un justiciero personal apoyado por su estandarte judicial.

¿Por qué está ocurriendo este alboroto en la sociedad? ¿Por qué se está promoviendo una movilización permanente? ¿Qué interés puede haber ante estas manifestaciones tan constantes y contundentes?

¿Cómo es posible que haya un evento donde los Sindicatos, uno de los principales promotores, estén apoyando a un juez, que considero no está en su función social, mientras haya cuatro millones y medio de parados y no hayan hecho ninguna movilización en contra del gobierno? ¿Es coherente que unos sindicatos, que deberían estar muy pendientes de la conducta económica del país, estén más preocupados por el enjuiciamiento de un juez?

¿Cómo es posible que esta organización, y tantas que se movilizan siempre a favor del mismo grupo político, sean los planteamientos que sean, estén bien o mal enfocados, que desemboquen siempre en una cierta confusión en la sociedad? ¿Qué es lo que motiva a ello? Personas vinculadas al arte cinematográfico, actores o directores, que creen ser la cúpula de esta nación, ¿qué quieren demostrar en un acto a favor de un juez, cuando, precisamente, es la propia justicia la que le va a juzgar, saliendo el veredicto que sea en función de su proceso? ¿Por qué esas intromisiones? ¿Quizás quieran desviar el tema principal de su enjuiciamiento?

Según lo que se desprende en la sociedad a favor del juez Garzón, posiblemente exista una ramificación política para desviar otras atenciones más importantes, como el paro, los recortes sociales, y más, cuando considero que no es correcta la información.

El acoso a un Ministerio de Justicia, en particular, al Tribunal Supremo, creo que es un auténtico alejamiento del sentido común y un acoso desproporcionado por parte de las personas responsables de esos incidentes. La Justicia Suprema creo que está desarrollándose con verdadera eficacia, lo que, quizás, no haya sido así con las actuaciones del encausado juez Garzón, que pone en evidencia a los promotores de estos incidentes.

Si he creído leer y escuchar bien las demandas contra el Juez Garzón, refiriéndome, en particular, al caso principal de estas manifestaciones públicas, es decir, la referencia de las víctimas del franquismo, fue aprobado por el Parlamento, máxima autoridad política de este país, dar paso a una nueva convivencia española, fuera de lamentos y errores, y comenzar una nueva etapa, sin enjuiciar delitos derivados de las secuencias anteriores, llámense Franquismo, Guerra Civil o República.

Siendo así, parece ser que el juez Garzón se introdujo, por la potestad de su propio poder, en un tema que no tenía jurisprudencia, si así es la palabra exacta, extralimitándose de sus funciones.

Ante esa situación, al margen de las otras dos demandas, el juez Garzón debe ser procesado por incumplimiento de las Leyes, aunque los movimientos sociales lo vinculen, por las manipulaciones, al tema franquista.

Creo que la Justicia es sagrada y no debe haber ninguna intromisión en la misma, y aquella persona que incumple el propio reglamento, sea quien sea, tiene que ser juzgado. A la sociedad no le corresponde enjuiciar un tema impropio de la misma, ni ser justiciera, y menos dejarse guiar de los manifiestos, ni dejarse llevar por rencores y odios a través de argumentos que provienen de unos políticos provocadores o colectivos que lo único que desean es confundir a la sociedad, o manipularla para tener más poder.

La Justicia es sagrada y legitimados deben ser los jueces, con los consecuentes errores como seres humanos, sin que haya intromisiones personales o colectivas, apoyados por injerencias partidistas. Cada juez puede tener su ideología política, pero nunca debe extraerla en sus sentencias. Así, bajo este criterio, ¿es posible que el Sr. Garzón, vinculado al PSOE, incluso participando en unas elecciones generales con el anterior presidente socialista, Felipe González, se incline a favor de ese partido, sin ser objetivo ni seguir una conducta totalmente libre?

Sigo pensando: ¿es normal que un juez se convierta en un actor? Creo que ante alguna noticia excepcional, que promueva la salida ante una cámara, está bien, pero ¿es necesario buscar la constante titularidad en las noticias de los medios de comunicación?

Cuando un juez, por muy sobresaliente que sea, por muchos casos importantes que haya llevado, por mucha eficacia en su trabajo, se extralimita en sus funciones, ¿no es lógico que sea procesado? La garantía de un juez está siempre latente y debe estar limpia de cualquier incidente, porque entonces pone de manifiesto el honor de la Justicia. Y más, cuando de él, por su profesionalidad, debería tener más presente esa circunstancia.

La brillantez de un juez no está en ser famoso, sino en ser riguroso en su trabajo. La calidad de un juez no está en llevar cien casos complicados y salir airoso, si, por el contrario, ejecuta, aunque sea exclusivamente uno, en falsas condiciones. Un juez es dignidad y honor, porque, si no, estaríamos desconfiando de la Justicia y, entonces, los ciudadanos nos sentiríamos indefensos ante ella.

La libertad de expresión, como de espacio, siempre debe estar latente en la sociedad, y cada ciudadano es libre para opinar, según sus criterios y convicciones, incluidos los jueces. Pero cuando un magistrado ejerce su función debe ser extremadamente meticuloso, estricto e inexorable.

El pueblo soberano tiene que ser consciente de lo que representa la Justicia, así como ningún juez, sea la fama que le acompaña, la expectación que suscite o la relevancia que se le dé, debe estar fuera de esa rectitud y honorabilidad.

Pienso que la sociedad debe reflexionar mucho en este tema. Creo, asimismo, que ya es hora de que la política no entre en la justicia, y sea ella misma la que resuelva sus propios conflictos y desavenencias.

Para que la sociedad evolucione equilibradamente, sin que los rencores ni los odios vulneren su hegemonía, debe hacer caso omiso de quienes desean liderarla, ya que la sociedad no está regida por liderazgos, sino por personas destacadas y representativas de cualquier colectivo. Además, caso de haber alguna representación más admirable sería en aquellas personas que aportan elocuencia, sabiduría, sentido común, cultura e intelectualidad, las que podrían ser más líderes y admiradas, contrario a los indignos que buscan la inadecuada desventura de los ciudadanos. Los ciudadanos son libres, y la mejor forma de valorar esa libertad es haciendo caso omiso a estos investigadores de conciencias, que lo único que consiguen es torpedear la buena convivencia, y más en estos momentos tan delicados que están latentes en nuestra nación.

La justicia debe ser implacable ante cualquier persona de la sociedad cuando incumple las normas que la rigen, venga del colectivo que venga, sea de la propia Justicia, de la Política o de cualquier otro Estamento vinculado a la Potestad del Estado, porque, si no, ¿qué credibilidad podría tener?

Otro tema sería la necesaria modificación de algunas leyes, enmendadas por las personas adecuadas y haciendo el estudio ecuánime. Y, aun así, pienso que siempre habrá leyes apropiadas al interés político, lo que debería ser rechazado por la sociedad, si así fuera lo más conveniente para que la libertad no perdiera su estandarte.

Ahora el juez Garzón se siente apoyado, quizás por partidismos y lógicos enfrentamientos nacionales, pero creo que no es nada bueno para él, porque cuando pase el tiempo, con todos los acontecimientos importantes de la actualidad de este país, se verá solo y olvidado: esa es la prueba que tendrá que pasar. En estos momentos considero que es una plataforma interesada de según que corrientes políticas, pero cuando no se le necesite, quedará en el silencio más absoluto.

La sociedad es una hipocresía, una mentira, y se mueve por intereses, rechazos, envidias y otras debilidades humanas, pero con escaso interés hacia las personas por su inteligencia, sentido común, valor o capacidad sino por la representatividad del momento, por según que conductas o movimientos sociales.

Los seres humanos nos dejamos llevar, en considerables ocasiones, por nuestros oscuros sentimientos o misteriosas sensaciones, sin ser consecuentes de un razonamiento claro y una investigación e información precisa y real, interrumpiendo lo verdadero, lo auténtico.

De ahí que creo que todos estos revoloteos por el Sr. Garzón derivan más por movimientos personales falsos y, en particular, por enfoques partidistas interesados.

La amistad, lealtad o fidelidad están desamparadas en el libro del olvido, y el desamparo del juez Garzón será un hecho en un futuro próximo. Otro tema es su seguridad, su estabilidad económica personal, que le garantiza su continuidad en este mundo que vivimos, pero lo triste es que ha sido utilizado y usado como símbolo de un tema político del pasado. ¡Triste realidad!

Creo que su salida de este país, la huida hacia el exterior, es una simple y notoria persecución que tiene con él mismo, porque vaya donde vaya siempre queda la huella de su historia, la que le ven los demás y la que vive en él permanentemente.

Si es objetivo y cree que lo que ha hecho está bien, su conciencia quedará inmune, aunque la sentencia de prevaricación sea firme. Si no lo es, las dos condenas le acompañarán hasta el fin de sus días terrenales.

Creo que su ego se ha erigido dueño y señor, más que su trayectoria eficaz, rigurosa y elocuente, bien jurídica como intelectual, que entiendo nunca se le podrá rechazar, ya que es su gloria personal, la que haya conquistado judicialmente.

Ángel Sanz Goena

0 Responses so far.

Publicar un comentario