CRISTO HUMANO


Posiblemente de la figura que más se ha escrito, leído, comunicado y hablado haya sido de Jesucristo. Pues bien, para mí, como propio sentimiento y pensamiento considero que Jesucristo fue, ante todo, Hombre.

El mensaje más clarividente de un Ser tan Iluminado como Él, fue, sin lugar a duda, que el ser humano tiene que comprender el simbolismo de su creación. Él, que fue Hombre y Ser Divino, mantuvo permanentemente que para entrar en el Reino de los Cielos, la persona, el ser humano, tiene que comprender cuál es su asignatura más primordial: el Amor.

Recorrió parajes hablando y hablando de los hombres y Él fue el primer Hombre que supo constatar el Proyecto Universal para la Humanidad. Él habló continuamente del poder de la persona honesta, sincera, con honor, con la bondad de su corazón y el prestigio de su alma.

Sostuvo el criterio de que el Hombre debe ser, ante todo persona, con todos los hemisferios que viven en él, pero adentrándose y evolucionando como Hombre Universal, sin despreciar ni desprestigiar su universo terrenal.

El Proyecto Hombre es Universal y el crecimiento humano debe ir derivando, ciclo tras ciclo, etapa tras etapa, en ese desarrollo propio del Universo, con las propias connotaciones terrenales.

Cristo fue el Gran Hombre, al margen de los otros grandes profetas como Khrisna, Mahoma o Buda. Cristo fue el Redentor, pero siempre siendo persona, siempre siendo humano, aun con los poderes energéticos, proféticos y sabios de su propio linaje.

El ser humano debe ser consciente siempre de que es persona y que su alcance espiritual le vendrá cuando sepa caminar como tal, como un ser humano que confía en sí mismo y en su propia raza: la Humanidad. Hasta que la Humanidad no asuma su poder transformador, la grandeza de su espíritu humano, el proyecto hecho para él, nunca podrá prosperar y menos rescatar de sus entrañas quién es realmente y qué encarna en este mundo Universal.

El hombre debe ser eso: Hombre. El que camina, el que discurre, el que investiga, el que indaga, el que es. No habrá chispa divina si el Hombre no se reconoce a sí mismo; y cuando lo haya hecho, entonces la Luz Espiritual le acompañará para que comprenda aún mejor su estirpe Universal.

Lo más importante de Cristo es que vivió y sintió, las propias, diversas u enriquecedoras sensaciones humanas, desarrollando el factor humano, y siempre avalado de su Noble Potestad. Pero siempre como hombre. Precisamente lo que llamaba la atención era su locuaz, exquisita y seductora conducta humana, lejos de la hipocresía de la sociedad, de las traiciones mundanas y de otras acciones depravadas del ser humano.

Él quiso dar esperanza a que la Humanidad se conociera y se respetara a sí misma, alejándose de las oscuridades y miserias humanas, aunque su propio origen y metamorfosis le exija evolucionar con ellas, para triunfar con su propio conocimiento interior, en una transformación personal y colectiva.

Trascendió a la importancia de sentirnos importantes, dentro de la humildad y sencillez necesarias, de pertenecer a la Raza Humana, y que nuestro progreso es el Plan del Creador. Y muchos seres humanos, los más despiertos, los más sensibles a sus mensajes, le reconocieron y le siguieron, porque anteriormente ya habían escuchado Sus palabras, representadas en la profundidad de las mismas.

Lo que más me maravilla de Cristo es, precisamente, que supo ser Hombre. Su reencarnación, como Ser Iluminado en Hombre Sabio, transmitía Su grandeza, Su riqueza y Su magnanimidad. ¿Cómo iba a comprender a los hombres si no era como uno de ellos? La Fuerza, Sabiduría y Energía Espiritual son muy importantes en su propio espacio, pero aquí, en esta Tierra, aún poco iluminada, hay que saber ser hombre: ese ser humano que va declinándose permanentemente por una convivencia y una comunicación cada vez mejor.

Cristo fue el Alma Humana que nos enseñó el Amor, el Respeto y la Libertad, pero, asimismo, a ser firmes y rectos. Se desligó de los antiguos dogmas de Sus antepasados, del Rigor y de la Rigidez de sus ancestros, y nos animó a formar una gran Humanidad, donde la tolerancia exige un gran nivel evolutivo.

El Proyecto Humano, custodiado por nuestros guías espirituales, no terminará hasta que el Hombre sepa conocer y sentir a Dios siendo exclusivamente Hombre. Es un proyecto largo y costoso, porque el ser humano tiene mucho que aprender, pero no exclusivamente del conocimiento científico –aunque siempre es importante su avance-, sino del Conocimiento Metafísico Universal, de la Idea de la Generación Humana Universal.

Cuando se despliegue el Amor por esta Tierra, sembrada por la energía propia del Hombre, entonces se unirá al recorrido Universal que tienen preparado para nosotros, los humanos; pero debemos, como Hombres Universales, recorrer las planicies del Conocimiento y de la Sabiduría que, unido al Amor, generador de los Universos de Universos, potenciará la valoración humana.

Cristo fue el Emisario principal para este cometido, pero Su mayor eficacia fue desarrollarlo como hombre, como un ser humano especial que cortejaba las acciones humanas y las vivía en su interior. Esa fue su mayor virtud.

Cristo, ese Ser Iluminado, nos dejó las enseñanzas propias de un Maestro, de un Gran Maestro. Lo que más me embelesa y subyuga de Él es Su sendero humanista. Si aprendiéramos más de Sus mensajes humanos, aún confiaríamos más en nosotros mismos. Para ser divino hay que ser humano, con todas sus características; si no, no somos nada.

Las interpretaciones de este escrito pueden ser muy diversas, como diverso y complejo es el hombre, pero el aliento que me ha producido en escribir sobre Él, sobre su Ser Divino, es, sobre todo, resaltar su posición humana.

La Humanidad debe modificar muchos criterios y depende de nuestras actitudes, y creo que ya ha llegado hora de ser capaces de investigar más sobre quiénes somos en verdad; conocer las dimensiones del hombre en su planicie universal; y muchas más referencias sobre el proyecto terrenal.

En otras etapas de la historia el conocimiento era mucho más elevado a niveles universales y espirituales, lo que ha quedado mermado con la evolución tecnológica, pero ante las perspectivas de nuevos conocimientos científicos es el momento de adentrarnos nuevamente en la imagen del ser humano en su condición más universal.

¡Qué importante es ser persona! ¡Qué orgullosos debemos estar de pertenecer a esta Raza Humana! Cada día que pasa en nuestras vidas es un regalo. La Vida de por sí lo es, y cuantas veces la despreciamos por no darle su justa valoración. Y si importante es la vida, no digamos el respeto a los demás. La comprensión es un poder de acercamiento, de honestidad, de clarificación. Y la compasión es el modelo a seguir en las relaciones humanas.

Las nuevas corrientes de energía universal van modificando actitudes, despertando conciencias, iluminando a seres ya iniciados, arrastrando a los inhabilitados, potenciando a los elegidos y habilitando al nuevo ejército de Luz y Amor que guiará a parte de la Humanidad y silenciará a la otra.

Es el momento del amanecer, de renacer siendo personas. Es un elogio serlo. El ser humano es único en los Universos de Universos en estado físico. Es una especie única, como único es su cometido en este laboratorio humano. Un laberinto donde cada uno debe encontrar la salida, pero que posteriormente nos encontramos todos de nuevo.

Esa es la misericordia: que todos somos Uno y ese Uno somos todos. Tengamos confianza en la Humanidad, pero trabajando y sacrificándonos por nuestro propio crecimiento universal. Más allá, lejos de nuestro estadio físico, está nuestra auténtica aventura, nuestro verdadero camino; pero ahora estamos en la Tierra y debemos considerarnos afortunados por ser quienes somos.

Seamos conscientes de nuestra realidad y la realidad nos hará ser conscientes de nuestra Senda Universal.


ÁNGEL SANZ GOENA
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SUSURROS DE LA SOCIEDAD



Razonamientos desaprovechados, aromas insípidos, ignorancias perennes, inteligencias dormidas, comprensiones olvidadas, tradiciones muertas, son circunstancias de los vaivenes de una sociedad manipulada.

Luchas de soñadores vendidos; batallas perdidas de idealistas cautivos; decepciones de intelectuales elevados; caminos abandonados de seres cultivados; son encrucijadas del sendero de una sociedad que camina a la deriva.

Con la muerte humanista, deterioro espiritual, desinterés por la educación escolar y familiar, por el nivel de conciencia, mutilación de los valores del Hombre, menosprecio a la inteligencia, ruptura de la digna convivencia humana, permite y accede a la sociedad a ser indiferente y refugiada en el anonimato mundial.

Seres humanos sabios, inteligentes, cultos, honestos, con claridad de ideas, conocimiento interior, elocuentes, sensatos, son los ausentes y desconocidos actualmente en una sociedad decadente.

Allá donde existe el insulto, el rencor, la envidia, la carencia de conocimiento, la notoriedad de sobresalir sin capacidad, existe la provocación e intromisión al respeto de una sociedad libre y comprometida con su propia dignidad, avalada por seres inteligentes, sabios, nobles y participativos de actos de amor y comprensión hacia el resto de personas.

Y allá donde la justicia impera, el orden prevalece, la inteligencia conduce, la cultura inquieta, la sabiduría ilumina y el amor prevalece, es donde la Cultura, Inteligencia, Estabilidad, Progreso, Ciencia y Espiritualidad acompañan a una sociedad, aunque compleja, hacia conductas más honestas, profundas y enriquecida y engrandecida por la fortaleza de sí misma.

Porque su capacidad de raciocinio, de discernimiento y de fundamento legitima su Poder y Grandeza, dueña y señora de su propio sendero, porque el propio Poder está en el Pueblo, en la Sociedad, en todos los componentes de la misma.


La Humanidad está sentenciada. En cambio, el Hombre
sigue su proceso evolutivo


EXTRAÍDO DEL LIBRO “SUSURROS DEL TIEMPO” DE MI AUTORÍA



ÁNGEL SANZ GOENA
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DESACATOS AL SER HUMANO

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DESACATOS AL SER HUMANO



Lo que nunca debe perder el ser humano es su libertad. Cuando el poder se provee con el mandato más que con la ilustración de dirigir y el acceso a que las iniciativas personales sean una realidad, el éxito es un impostor que aparece repentinamente, sin olvidar el sistema dictatorial e impositivo.

En cualquier colectivo de una sociedad, aquel que dirige debe ser el líder representado por sus colaboradores, sea cual sea su distinción. Aquel que ejerce el liderazgo como mandato está fuera de las leyes propias del sentido liberal y el resultado se acerca más al caciquismo.

El poder político está obligado a buscar la máxima eficacia hacia la sociedad, sin leyes impositivas ni prohibiciones permanentes, permitiendo que las decisiones de los seres humanos que componen esa sociedad sean suyas, con sus propios errores. Para eso ya hay leyes jurídicas que bloquean la libertad hacia aquellos que incumplen las propias normas de convivencia.

El ser humano sabe lo que debe hacer, pero no debe haber leyes políticas para conducirlo permanentemente desde que se levanta hasta que se acuesta de nuevo. ¿Dónde estaría la evolución si hubiera un gobierno que dirigiera siempre?

En primer lugar, condiciona la libertad humana. En segundo lugar, llegaría a ejercer un poder absolutista sobre su propia oligarquía, sus necesidades y sus prioridades. ¿Es eso justo? Pues creo que vamos caminando en ese sentido.

Los poderes políticos están para solucionar los problemas de los ciudadanos, con los impuestos que se pagan y con el esfuerzo en su trabajo, lo que permite que ese país se desarrolle a nivel nacional como internacional. Y no para ejercer una autoridad más allá de lo que les corresponde, utilizando el dinero a su antojo, creyendo, además, como si tuvieran un acceso a él por ley personal.

El ser humano es mucho más que un objeto en la sociedad: es el motor de la vida. Cualquier ser humano tiene derecho a cubrir sus necesidades vitales, con libertad y autonomía, y debe haber mecanismos para que así sea. Pero no a través de la posición de un gobierno que ejerce el autoritarismo.

No debe haber distancia entre los políticos y la sociedad, y si tuviera que haberlas, la sociedad está por encima de los políticos, porque los que a través de su trabajo, esfuerzo y sacrificio sacan a la nación son, precisamente, los seres humanos, personas que componen la colectividad del país.

Creo que ya es hora de que los políticos comprendan que su función es meramente pasajera, por un tiempo limitado, y que están a disposición del pueblo soberano y no por encima de él. El político es el que, con su capacidad intelectual y técnica, cumplimenta todas las necesidades del país, desde una posición de garante, de calificación, y no de ignorancia, despotismo, arrogancia o egoísmo personal, esclavizando a la sociedad en su propio provecho.

La sociedad debe estar despierta ante las amenazas de los políticos que invaden el derecho constitucional, el derecho humano de libertad y debe exigir con firmeza que las arcas estatales sean para la propia evolución del país, desde la intelectual cultural y científica hasta la empresarial y económica, ofreciendo los máximos beneficios sociales dentro de un sistema liberal y no marcado por los propios dominios estatales.

Cada estamento de la sociedad debe ser eficiente y ahí es donde se debe poner mayor ahínco. El político inteligente, capaz de liderar un gobierno, pone a las personas más adecuadas. Caso de no ser así, pondría a mediocres, para no tener competencia, de tal modo que tendría su superioridad por la propia inseguridad personal.

Si alguien así es presidente de un gobierno, ¡pobre nación! Como ser humano, cualquier presidente puede cometer errores. Además, cuando se está a unos niveles tan elevados, con unas decisiones tan relevantes, el error le persigue siempre. Pero del error a la ignorancia hay un gran trecho.

Por ello, los desacatos al ser humano no se deben permitir, porque lo que representa la persona, su simbolismo como realidad, va mucho más allá que el simple hecho de ser un presidente de gobierno con poder.

Y entrando más profundamente en política, ¿no es un coste innecesario las autonomías? ¿O sería conveniente regularlas de otra manera, para que hubiera menos gastos? Y ya pronunciándome en estos términos, ¿deberían existir embajadas de autonomías, con los presupuestos que ello conlleva, teniendo las propias del país? ¿Es que hay autonomías superiores a otras?

Creo que todas estas preguntas deberían ser reflexionadas por los políticos y, como no, por los ciudadanos, que somos quienes mantenemos con nuestros recursos los presupuestos de España.



ÁNGEL SANZ GOENA
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MIRADA DE AMOR


Aquellas personas que hemos recibido amor en nuestra infancia, como en nuestra pubertad, unido a los propios criterios de unos padres que querían lo mejor para nosotros como hijos, en una recta, ordenada, a veces severa, pero eficaz educación, no podemos comprender un relato como el de tantos hijos que se han rebelado ante las conductas de sus padres, por desafíos, desencuentros, olvidos, indiferencias y otras actitudes más propias de un desencanto que de un cálido encuentro de seres humanos en una misma familia, en un mismo germen, como células destinadas a convivir unidas en un mismo cuerpo familiar, que es el mismo modelo que las células del cuerpo físico.

Pues bien, hablando con una persona me interesó conocer más en profundidad su desencanto y, como no, su necesidad de haber sentido un verdadero amor de su familia, de su lugar más cercano en esta tierra y, sobre todo,de su padre.

Él, cuando era hijo, se rebelaba ante planteamientos de su padre, de su excesiva rectitud y de su desorientado, parece ser, modelo de educación. Creo que la educación no es exclusivamente un sistema jerarquizado de enseñanzas sobre lo que debe aprender un hijo, sino de transmitir una formación personal tanto interna como externa, pero siempre derivada del amor, del cariño, de la exquisitez más acentuada del ser humano, aunque haya precisiones de fórmulas que deriven a cierta firmeza y disciplina.

Como decía anteriormente, esta persona rechazaba la potestad del padre, pero no por su autoridad sino por su desigualdad entre seres humanos: por la carencia de amor en sus actos y palabras. Tales asignaturas de aprendizaje no eran consecuentes con lo que él pensaba sobre el amor de padres a hijos, de la consideración de un bloque familiar, donde reinara la estabilidad inestable o la inestabilidad estable, según las circunstancias que vivieran en cada momento.

Él no entendía como en un hogar sencillo, donde la economía estable no podría resquebrajar ninguna fortaleza y donde había preparación y medios para ser una familia feliz, en equilibrio, aun con las carencias propias humanas, no fuera así.

Su sabiduría, mayor que la de su padre, aun siendo un niño, le delataba la poca calidad paternal, la ínfima disposición al encuentro con el amor y la escasa disposición a aprender o a aceptar su inútil cualidad paternal.

Dentro de su comprensión y máxima educación, intentando no violentar a sus padres ni incomodar la posición maternal y paternal, ajustaba sus exigencias a la mínima expresión: rebelarse de vez en cuando a la potestad paternal.

Pero eso no le redimía de no poder superar la escasez de amor y de comprensión de su padre. Latidos permanentes en su corazón que le lastimaban. Llantos a la luz de la luna que le permitían desahogarse de su tristeza. Aceptaciones diarias a su desencanto permanente. Y sonreír donde la angustia era perenne.

Un niño muchacho que fue creciendo en el vacío, en la nada correspondida de un abismo profundo. Hombre que fue aceptando la verdad de su destino y que se abnegó al amor familiar. Solitario de hermanos, su madre le amaba con esmero, como hacen las verdaderas madres, pero quedó en el cuerpo de su alma los latigazos de una educación carente de amor, aunque las intenciones eran las más notables.

Ese niño muchacho es ahora un hombre y camina aún sediento de un amor que necesitó en su niñez y que el sendero del silencio le perturbó año tras año, quedando una secuelas que intenta redimir a través de una educación hacia sus muchos hijos.

Es un hombre redentor de corazones; ama a su familia como el Dios que ama a la Humanidad; desea lo mejor a cada persona que comparte su vida; es un marido complaciente y responsable; delimita el bien y el mal; y su sabiduría se encarna en muchas almas necesitadas de conocer su verdadero camino: pero siempre tiene pendiente en reencuentro con su padre, allá en el lugar donde se encuentran todas las almas.

Y él, aun con sus silencios maltrechos, sus soledades heridas y sus miradas perdidas en el antaño, eleva su mirada deseando que el alma de su padre sea una de las más iluminadas.

Él se rebelaba, para que cambiara su actitud firme hacia la benevolencia del amor. Pero, aun sin haber conseguido su realidad, sigue amando extremadamente a su padre, porque llegó a comprender que hizo lo que sabía y siempre bajo el mejor fin para su hijo.

Cada día pasea con él por el parque, lo acompaña y le sigue preguntando por qué no supo reaccionar al reclamo del amor, de un pequeño cariño, de una comprensión como hijo y como ser humano. Siguen caminando juntos y ahora, precisamente, cuando andan por debajo de los árboles, su padre le coge de la mano y le pregunta por sus nietos, desde un pequeño lugar del firmamento.



ÁNGEL SANZ GOENA
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