DESPROTECCIÓN
¿Dónde se encuentra España?


Cuando muchas veces me encuentro desprotegido, indefenso, por corrientes internas propias, teniendo todo a mi alcance: estabilidad personal, económica y familiar, y viendo cómo está la sociedad actual, me pregunto: ¿qué será de esas personas que se encuentran desoladas, desvalidas, porque no tienen una estabilidad económica, arrastrándoles a desconciertos, inquietudes, hondas preocupaciones y a veces a ciertas desavenencias familiares?

¿Qué es lo que pasa en esta sociedad? ¿Cómo hemos podido llegar a esta situación? ¿Cómo es posible que en el siglo XXI, con todo a nuestro alcance, se viva en este país tal decadencia?

¿Dónde está el honor de la sociedad, del pueblo soberano? ¿Qué es lo que ha permitido que los políticos que nos gobiernan actualmente nos hayan llevado a esta miseria colectiva? ¿Cómo es posible que nuestro proceder haya sido tan pasivo, cobarde y despreocupado?

Porque, ante tantas personas que están pasando apuros, situaciones caóticas, no hemos sabido reaccionar a tiempo. Si ya de por sí, los sindicatos de esta nación no se han movilizado cuando la situación comenzaba a ser desastrosa, y la sociedad, los ciudadanos no hemos sabido ni intentado llamarles la atención públicamente, ¿qué podemos hablar de nosotros mismos?

Ha habido medios de información que, con planteamientos partidistas gubernamentales han influido hacia la despreocupación y pasividad en la sociedad, mientras que otros, más objetivos y menos condicionados, nos han advertido, desde hace ya tiempo, de la situación que se avecinaba. Entonces ¿en qué está implicada la sociedad por no haber tomado una iniciativa anteriormente? ¿Debería haber reaccionado antes, ante la negativa del gobierno actual? ¿Qué es lo que ocurre en esta nación?

Mientras la situación en otros países se va normalizando, aquí, en España, cada vez más nos vamos hundiendo en una auténtica desventura, una decadencia tanto de los valores imprescindibles para una convivencia sana, normal, elemental, como del crecimiento cultural, intelectual y económico.

¿ Podemos imaginarnos el sufrimiento de esas personas en un estado precario, donde un tanto por ciento elevado tienen que ser apoyados por padres, de los que muchos son pensionistas y otros están en el paro, para poder subsistir, simplemente por el mal oficio de una política mal gestionada y por un gobierno carente de ideas, desprovisto de eficacia y utilizando malas artes en pro de un desvanecimiento de las tradiciones y Grandes Valores de esta gran nación española?

Un país que debería ser el reconocimiento del mundo, por su geografía, gastronomía, climatología como por sus gentes maravillosas y por lo que representa, así mismo, su propia historia, está, precisamente, en un nivel de descuido, de abandono, de manipulación, exclusivamente por el poder de unos políticos. ¿Es eso correcto? ¿Debe permitirse tal circunstancia?

En las democracias la libertad es imprescindible, incluso la potestad del pueblo ante los gobernantes, porque así lo demanda la propia Constitución. Los políticos están para gobernar, para que el pueblo esté en las mejores condiciones, tanto económicas, sanitarias y sociales como intelectuales, culturales y científicas. E, igualmente, la justicia, lo más sagrado de la tierra, independiente y libre, está sujeta a cualquier demanda de la sociedad, a cualquier pregunta, a cualquier solicitud, y sus componentes ya ejercerán la sentencia, ante esas demandas tanto colectivas como individuales de la propia comunidad.

¿Es posible que en este país el fracaso escolar, como intelectual, esté a niveles elevados con referencia a otros países de Europa? ¿Cómo se puede permitir los indignos planteamientos hacia una estructuración escolar como académica tan lejos de la disciplina, sacrificio y esfuerzo de los estudiantes? ¿Cómo es posible la escasa formación personal de los futuros componentes de este país? ¿Es posible que se quieran tener personas aborregadas para ser dominadas por el colectivo político, por su propio poder?

En estos momentos este país es una evidencia existencial: esas personas que sufren, que se ven desprotegidas, abandonadas, desilusionadas, porque no tienen trabajo y ven sus ilusiones y sueños trastrocados, rotos, destrozados. Esos empresarios que con ilusión, esfuerzo, tesón, habían creado su propia empresa. Comercios y autónomos que han visto hundirse todas sus expectativas futuras, …..

¿Qué está pasando en esta nación?, me pregunto de nuevo. ¿Dónde está su dignidad y su honor? ¿Qué han hecho los sindicatos ante las situaciones precarias que está viviendo está nación hace ya unos años? ¿Es, quizás, porque se han adueñado de este país a través del acercamiento político? ¿Es esa su verdadera misión o defender con ahínco a la clase obrera? ¿No es esa su verdadera conducta? ¿O será porque ellos viven muy bien, tienen poder y reconocimiento, despreocupándose de su verdadero camino? ¿Cuántos sindicalistas hay liberados de trabajo, cobrando un sueldo que les permite vivir en muy buenas condiciones, mientras hay millones de personas que están desahuciadas, estando indefensos por su ineficaz proceder?

¿Cómo es posible que la nueva estructuración política económica rebaje el sueldo a pensionistas, los más desprotegidos en salarios, a los funcionarios,- no aquellos técnicos vinculados al grupo político-, fieles sirvientes del estado, mientras no se rebajan los sueldos ellos mismos, que son los que antes deberían hacerlo por honorabilidad, y más, cuando, curiosamente, los gobernantes actuales han llevado al desastre a este país. ¿Qué poca dignidad se puede tener, cuando políticos de izquierdas, fieles defensores del planteamiento social, estén cobrando mensualmente, muchos de ellos, lo que gran cantidad de personas no cobran en un año o lo que otros, miles o millones, no van a cobrar en muchos años? ¿Qué está sucediendo? ¿Cómo puede soportar una sociedad tal indignación? ¿Dónde está la integridad de la colectividad de esta España?

Bajo este criterio, todos los políticos deberían dar ejemplo de lo que representa la honestidad, honradez y decoro humanos. Deberían plantearse bajarse un porcentaje muy elevado los sueldos, ya que son lo que han permitido que este país esté en la bancarrota. Y, en particular, la desaparición de políticos que no son necesarios como, asimismo, consejeros políticos; las dietas desorbitadas, los gastos representativos, ministerios que sobran, en definitiva, un verdadero recorte en los costes gubernamentales.

¿Es imprescindible cambiar las costumbres de esta nación, para tener más poder? ¿Es incuestionable lo que hace un ejecutivo político? ¿No es cuestión de acceder, interiorizar e investigar, de alguna manera, ante el conformismo, comodidad y cobardía de la sociedad, a los planteamientos políticos de nuestros gobernantes?

¿Dónde está la justicia? ¿Dónde está el honor? ¿Cómo es posible que quieran introducir un sistema dogmático religioso del exterior, que lidera fanatismos, intentando abolir el nuestro, el tradicional de nuestro país? ¿Cuánto se ha criticado a la religión católica como a organismos que trabajan en paralelo a ella, cuando son, precisamente, los que están intentando paliar parte del problema existente, mientras lo único que reciben son críticas y se les emplea como método para desprestigiar todo un sistema cultural vivo en España y Europa desde hace dos mil años?

Cuando hay problemas económicos en la sociedad, ¿de dónde proviene la fuerza del apoyo y del amor? ¿No será de la conducta religiosa, de las fundaciones, asociaciones, relacionadas con la Iglesia Católica? ¿No son personas religiosas y laicas, vinculadas a la Organización Cristiana, las que aportan su generosidad ante esas situaciones tan desastrosas, mientras el gobierno no se preocupa en absoluto? Entonces, ¿por qué esa persecución? ¿Es que estamos haciendo lo natural, antinatural, distrayéndonos de lo verdadero, de lo real, de lo elemental de la vida?

¿Es cuestión de apoyar más a los que vienen del exterior, que a los propios? ¿No se puede hacer una política bien hecha, donde estén representadas todas las razas y culturas, sin menospreciar a los oriundos de esta nación española? ¿No sería lo más correcto atender y ayudar a los que vienen del exterior, pero sin descuidar a los que con su esfuerzo, sacrificio y tesón han permitido, con sus impuestos, su constante evolución? ¿Es un hecho cuestionarlo ahora, accediendo y dando prioridades a quienes anteponen sus costumbres a las nuestras, cuando su deber sería integrarse?

¿Dónde está la fuerza del verdadero poder de una nación? ¿No está en el pueblo, en sus habitantes, en los ciudadanos? Entonces, ¿qué hace una sociedad cuando se merma su poder, cuando la política entorpece su funcionamiento?

¿Dónde está la libertad de la justicia? ¿Cómo puede desafiar al colectivo político, para ser auténtica, fiel a los Principios Universales de la Verdad, aun con las propias carencias de las leyes y de sus componentes, como seres humanos que son?

¿Dónde están esos valores que afianzan el crecimiento personal como colectivo de un país? ¿Dónde está ese reconocimiento a la inteligencia, a la cultura y a la justicia? ¿Es posible que esta sociedad se pueda convertir en parasitaria, donde los mediocres y pseudo intelectuales sean la referencia? ¿Cómo se puede permitir que haya leyes que autoricen al desbloqueo de penas a criminales mientras se permitan que niñas, personas adolescentes, tengan la prioridad de eliminar vidas humanas y universales, sin la autorización, permiso y consentimiento de unos padres? ¿Dónde está el rigor en una educación familiar, lejos de mandatos institucionales? ¿Cómo puede haber leyes políticas autoritarias que quitan la potestad de unos padres en la educación personal y familiar? ¿No es contrario a la democracia emplear leyes políticas, para desarrollarnos con normas estatales, claves para la pérdida de libertad y propia dependencia del Estado?

¿Es preciso que para que los políticos dominen tiene que ser todo válido, que cada ser humano ejerza su autoridad, sea la que sea, cuando eso no es la libertad sino la carencia de ella? ¿Es lo que buscan los políticos para seguir con la confusión en la sociedad y poder garantizar su hegemonía? ¿Buscan leyes simples, con una excesiva libertad, bajo criterios que rigen en la sociedad, precisamente para esclavizar aún más a la misma?

Esta persona que transcribe este escrito está muy preocupado con los acontecimientos de este país, con sus estructuras férreas, carentes de libertad, y permisivas exclusivamente hacia quienes apoyan su dogma, que, precisamente, no son las eminencias ni las personas más elocuentes, más bien, los fanáticos, los oportunistas, los mediocres que no pueden conseguir nada a nivel personal y que sí lo logran a través de las ventajas de unos políticos que, a la vez, pueden seguir gobernando con sus apoyos.

Desamparo, tristeza, indignación, frustración, vergüenza, la que emana de un español enamorado de este país, enamorado de la historia de España, de sus gentes, de sus rincones, y que ve cómo se hunde en el anonimato del mundo, en la pobreza intelectual, en el deterioro económico, en la escasa cultura y en la desidia de una justicia manipulada y olvidada de su propia representación: LA LIBERTAD Y LA SABIDURÍA.

Creo que la mínima obligación de un político es procurar el bienestar de la comunidad de un país, por respeto y por el deber sagrado de lo prometido o jurado ante la Constitución.


Ángel Sanz Goena


¿QUÉ OCURRE CON EL JUEZ GARZÓN?


En la historia de mi vida, bien por las enseñanzas familiares, como por las culturales e intelectuales y propios razonamientos personales, siempre he creído y confiado de que la Justicia es lo más sagrado que hay en la vida, y como no, en su brazo más importante: sus componentes.

Mi respeto a las leyes y a sus componentes, me ha permitido tener plena esperanza en la justicia. Por ello, pienso que su función debe caminar por un sendero discrecional y juicioso. Los jueces suelen ser silenciosos, dignos, discretos, rigurosos, sin tener que demostrar nada a la sociedad, excepto las buenas diligencias y sentencias de su propio trabajo. Considero que la excesiva publicidad de un magistrado no es conveniente ni consecuente ante planteamientos de la sociedad.

Ante la situación que se está viviendo actualmente con el juez Garzón, tengo una cierta preocupación de cómo se están desarrollando los acontecimientos, porque un juez es un instructor de las leyes, un constructor del orden, un sabio ordenado que cumple con la más rigurosa condición de examinante de la justicia, y no un justiciero personal apoyado por su estandarte judicial.

¿Por qué está ocurriendo este alboroto en la sociedad? ¿Por qué se está promoviendo una movilización permanente? ¿Qué interés puede haber ante estas manifestaciones tan constantes y contundentes?

¿Cómo es posible que haya un evento donde los Sindicatos, uno de los principales promotores, estén apoyando a un juez, que considero no está en su función social, mientras haya cuatro millones y medio de parados y no hayan hecho ninguna movilización en contra del gobierno? ¿Es coherente que unos sindicatos, que deberían estar muy pendientes de la conducta económica del país, estén más preocupados por el enjuiciamiento de un juez?

¿Cómo es posible que esta organización, y tantas que se movilizan siempre a favor del mismo grupo político, sean los planteamientos que sean, estén bien o mal enfocados, que desemboquen siempre en una cierta confusión en la sociedad? ¿Qué es lo que motiva a ello? Personas vinculadas al arte cinematográfico, actores o directores, que creen ser la cúpula de esta nación, ¿qué quieren demostrar en un acto a favor de un juez, cuando, precisamente, es la propia justicia la que le va a juzgar, saliendo el veredicto que sea en función de su proceso? ¿Por qué esas intromisiones? ¿Quizás quieran desviar el tema principal de su enjuiciamiento?

Según lo que se desprende en la sociedad a favor del juez Garzón, posiblemente exista una ramificación política para desviar otras atenciones más importantes, como el paro, los recortes sociales, y más, cuando considero que no es correcta la información.

El acoso a un Ministerio de Justicia, en particular, al Tribunal Supremo, creo que es un auténtico alejamiento del sentido común y un acoso desproporcionado por parte de las personas responsables de esos incidentes. La Justicia Suprema creo que está desarrollándose con verdadera eficacia, lo que, quizás, no haya sido así con las actuaciones del encausado juez Garzón, que pone en evidencia a los promotores de estos incidentes.

Si he creído leer y escuchar bien las demandas contra el Juez Garzón, refiriéndome, en particular, al caso principal de estas manifestaciones públicas, es decir, la referencia de las víctimas del franquismo, fue aprobado por el Parlamento, máxima autoridad política de este país, dar paso a una nueva convivencia española, fuera de lamentos y errores, y comenzar una nueva etapa, sin enjuiciar delitos derivados de las secuencias anteriores, llámense Franquismo, Guerra Civil o República.

Siendo así, parece ser que el juez Garzón se introdujo, por la potestad de su propio poder, en un tema que no tenía jurisprudencia, si así es la palabra exacta, extralimitándose de sus funciones.

Ante esa situación, al margen de las otras dos demandas, el juez Garzón debe ser procesado por incumplimiento de las Leyes, aunque los movimientos sociales lo vinculen, por las manipulaciones, al tema franquista.

Creo que la Justicia es sagrada y no debe haber ninguna intromisión en la misma, y aquella persona que incumple el propio reglamento, sea quien sea, tiene que ser juzgado. A la sociedad no le corresponde enjuiciar un tema impropio de la misma, ni ser justiciera, y menos dejarse guiar de los manifiestos, ni dejarse llevar por rencores y odios a través de argumentos que provienen de unos políticos provocadores o colectivos que lo único que desean es confundir a la sociedad, o manipularla para tener más poder.

La Justicia es sagrada y legitimados deben ser los jueces, con los consecuentes errores como seres humanos, sin que haya intromisiones personales o colectivas, apoyados por injerencias partidistas. Cada juez puede tener su ideología política, pero nunca debe extraerla en sus sentencias. Así, bajo este criterio, ¿es posible que el Sr. Garzón, vinculado al PSOE, incluso participando en unas elecciones generales con el anterior presidente socialista, Felipe González, se incline a favor de ese partido, sin ser objetivo ni seguir una conducta totalmente libre?

Sigo pensando: ¿es normal que un juez se convierta en un actor? Creo que ante alguna noticia excepcional, que promueva la salida ante una cámara, está bien, pero ¿es necesario buscar la constante titularidad en las noticias de los medios de comunicación?

Cuando un juez, por muy sobresaliente que sea, por muchos casos importantes que haya llevado, por mucha eficacia en su trabajo, se extralimita en sus funciones, ¿no es lógico que sea procesado? La garantía de un juez está siempre latente y debe estar limpia de cualquier incidente, porque entonces pone de manifiesto el honor de la Justicia. Y más, cuando de él, por su profesionalidad, debería tener más presente esa circunstancia.

La brillantez de un juez no está en ser famoso, sino en ser riguroso en su trabajo. La calidad de un juez no está en llevar cien casos complicados y salir airoso, si, por el contrario, ejecuta, aunque sea exclusivamente uno, en falsas condiciones. Un juez es dignidad y honor, porque, si no, estaríamos desconfiando de la Justicia y, entonces, los ciudadanos nos sentiríamos indefensos ante ella.

La libertad de expresión, como de espacio, siempre debe estar latente en la sociedad, y cada ciudadano es libre para opinar, según sus criterios y convicciones, incluidos los jueces. Pero cuando un magistrado ejerce su función debe ser extremadamente meticuloso, estricto e inexorable.

El pueblo soberano tiene que ser consciente de lo que representa la Justicia, así como ningún juez, sea la fama que le acompaña, la expectación que suscite o la relevancia que se le dé, debe estar fuera de esa rectitud y honorabilidad.

Pienso que la sociedad debe reflexionar mucho en este tema. Creo, asimismo, que ya es hora de que la política no entre en la justicia, y sea ella misma la que resuelva sus propios conflictos y desavenencias.

Para que la sociedad evolucione equilibradamente, sin que los rencores ni los odios vulneren su hegemonía, debe hacer caso omiso de quienes desean liderarla, ya que la sociedad no está regida por liderazgos, sino por personas destacadas y representativas de cualquier colectivo. Además, caso de haber alguna representación más admirable sería en aquellas personas que aportan elocuencia, sabiduría, sentido común, cultura e intelectualidad, las que podrían ser más líderes y admiradas, contrario a los indignos que buscan la inadecuada desventura de los ciudadanos. Los ciudadanos son libres, y la mejor forma de valorar esa libertad es haciendo caso omiso a estos investigadores de conciencias, que lo único que consiguen es torpedear la buena convivencia, y más en estos momentos tan delicados que están latentes en nuestra nación.

La justicia debe ser implacable ante cualquier persona de la sociedad cuando incumple las normas que la rigen, venga del colectivo que venga, sea de la propia Justicia, de la Política o de cualquier otro Estamento vinculado a la Potestad del Estado, porque, si no, ¿qué credibilidad podría tener?

Otro tema sería la necesaria modificación de algunas leyes, enmendadas por las personas adecuadas y haciendo el estudio ecuánime. Y, aun así, pienso que siempre habrá leyes apropiadas al interés político, lo que debería ser rechazado por la sociedad, si así fuera lo más conveniente para que la libertad no perdiera su estandarte.

Ahora el juez Garzón se siente apoyado, quizás por partidismos y lógicos enfrentamientos nacionales, pero creo que no es nada bueno para él, porque cuando pase el tiempo, con todos los acontecimientos importantes de la actualidad de este país, se verá solo y olvidado: esa es la prueba que tendrá que pasar. En estos momentos considero que es una plataforma interesada de según que corrientes políticas, pero cuando no se le necesite, quedará en el silencio más absoluto.

La sociedad es una hipocresía, una mentira, y se mueve por intereses, rechazos, envidias y otras debilidades humanas, pero con escaso interés hacia las personas por su inteligencia, sentido común, valor o capacidad sino por la representatividad del momento, por según que conductas o movimientos sociales.

Los seres humanos nos dejamos llevar, en considerables ocasiones, por nuestros oscuros sentimientos o misteriosas sensaciones, sin ser consecuentes de un razonamiento claro y una investigación e información precisa y real, interrumpiendo lo verdadero, lo auténtico.

De ahí que creo que todos estos revoloteos por el Sr. Garzón derivan más por movimientos personales falsos y, en particular, por enfoques partidistas interesados.

La amistad, lealtad o fidelidad están desamparadas en el libro del olvido, y el desamparo del juez Garzón será un hecho en un futuro próximo. Otro tema es su seguridad, su estabilidad económica personal, que le garantiza su continuidad en este mundo que vivimos, pero lo triste es que ha sido utilizado y usado como símbolo de un tema político del pasado. ¡Triste realidad!

Creo que su salida de este país, la huida hacia el exterior, es una simple y notoria persecución que tiene con él mismo, porque vaya donde vaya siempre queda la huella de su historia, la que le ven los demás y la que vive en él permanentemente.

Si es objetivo y cree que lo que ha hecho está bien, su conciencia quedará inmune, aunque la sentencia de prevaricación sea firme. Si no lo es, las dos condenas le acompañarán hasta el fin de sus días terrenales.

Creo que su ego se ha erigido dueño y señor, más que su trayectoria eficaz, rigurosa y elocuente, bien jurídica como intelectual, que entiendo nunca se le podrá rechazar, ya que es su gloria personal, la que haya conquistado judicialmente.

Ángel Sanz Goena